Y apagas la luz de la mesilla y otra se enciende bajo tus párpados inundando la habitación de sombras.
Y cierras los ojos en un vano intento por apagar también esa luz, pero ésta ilumina rincones de otra habitación.
Y abres de nuevo los ojos.
Y la penumbra te arropa con tinieblas familiares.
Y enciendes la luz de la mesilla... y la otra, bajo tus párpados, parece que ilumina menos esa otra habitación...