domingo, 14 de diciembre de 2008

"Ocho galletas con la puerta abierta"

Sentado en la cocina desayunaba leyendo el periódico. Distraído iba cogiendo las galletas de dos en dos hasta ingerir un total de ocho (manías de niño...) Cada mañana, cada desayuno durante años, sin necesidad de contarlas.

Sentado en la cocina desayunaba leyendo el periódico. Entre página y página levantaba la vista. Al otro lado de la puerta abierta la vida comenzaba, continuaba, terminaba. Cada mañana, cada comida durante años la puerta tenía que permanecer abierta (manías de viejo...)

El azar vino a sentarse un desayuno junto a él. Acompañado de una burlona corriente de aire cerró la puerta de un golpe. Le observó divertido.

Sentado en la cocina, frente a una puerta cerrada no supo qué hacer. Ya se disponía a apurar el último trago de café, cerrar el periódico e irse a trabajar cuando una sonrisa se detuvo en sus ojos...

Alargó la mano y cogió una novena galleta.

5 comentarios:

sb dijo...

nunca es tarde para romper esas costumbres que recibimos de niño, ni para cerrar puertas que nunca hemos querido cruzar.

telmo dijo...

Por que hasta el gesto más insignificante puede ser un gran paso. Y una galleta el pasaporte a una aventura.

Feliz 2009

Cabo en fa dijo...

Los mejores cambios son los inesperados, un abrazo niña.

f.c.p dijo...

I live again, srta.
Sonriamos, cojamos tantas galletas como queramos, y que ningúna miga se pierda, como lágrimas en la lluvia...

Beso.

aitana carrasco dijo...

me encanto...